Tecnología accesible: a la vanguardia. Relaciones humanas: a la baja

21 diciembre, 2016

MI opinión es que la tecnología avanza a un paso más raudo que la calidad de relaciones que tenemos. Verá usted. Hace poco encontré este video que me pareció bastante bueno.

El video  es evidentemente una campaña para ensalzar el trabajo que Microsoft ha hecho al respecto de la accesibilidad en sus productos. Sin embargo, al margen de hablar bien o mal de Microsoft, el mensaje es muy acertado: la tecnología, y en concreto la tecnología accesible, nos mejora la existencia a la gente con discapacidad visual.

Hay un par de frases en el video que me encantan y que las juzgo muy ciertas. La primera: “uno de los riesgos de la gente ciega es caer en el aislamiento”. Segunda: “la tecnología evita que permanezca innecesariamente marginalizado”.

Efectivamente la tecnología accesible para la gente con discapacidad nos ha empoderado tremendamente, y el que no tiene acceso a ella, de hecho, está innecesariamente marginalizado.  Le doy algunos ejemplos personales de ese empoderamiento que me ha dado la tecnología:

• Mediante un escáner y un software de reconocimiento de texto yo pude digitalizar todos los libros durante mi licenciatura y maestría y así digitalizo cualquier libro que compro en físico.

• A través de un software lector de pantalla logré utilizar una computadora y un celular, y mediante esa computadora o celular, logré terminar mi carrera, maestría, cursos y además trabajo en línea.
• Cuento con una aplicación que me lee la denominación de mis billetes.

• Puedo ver en el mapa dónde estoy ubicado y darme cuenta si mi taxi se desvía de mi ruta habitual.
• Hay aplicaciones que contienen audio descripciones de películas por lo que puedo ver una película con una voz en off que me describe las escenas.

• Mediante otra aplicación puedo conocer el color de mi ropa o leer las etiquetas de botellas o latas.

Y la lista podría seguir con otras tantas monerías que este tipo de tecnología logra y que sin duda, nos facilita la vida.

¿Cómo le hacíamos antes la gente ciega? Me es difícil de recordar, es como si la tecnología marque el punto de quiebre entre una época oscurantista y otra de esplendente inclusión. Antes para saber la denominación de un billete o el color de la ropa tenía que preguntar, e idear formas para acomodar mis billetes y mi ropa en un orden específico y recordar su color o denominación. Para hacer todas mis tareas, desde la primaria hasta la preparatoria, mis padres se sentaban todas las tardes a leerme los libros de texto. Y ni soñar con usar una computadora o poder tomar un taxi solo, con una aplicación.

Ese punto de quiebre quizá también le haya ocurrido a usted. Probablemente también encuentre difícil pensar en cómo era su vida antes de la tecnología. Pero ni el pasado es tan oscuro, ni el presente tan brillante. EL meollo del asunto, no sólo en el tema discapacidad, sino en general, es que al margen de la tecnología, las apps y los gadgets, nuestra vida está aún basada primordialmente en las relaciones humanas. Por mas que su vida entera esté en Facebook, que sus conversaciones más interesantes ocurran en what’s app o que prefiera seguir el waze y no preguntarle a alguien cómo llegar a un lugar, indefectiblemente tendrá que enfrentarse con las relaciones humanas.

Hay una frase que se le atribuye al Dalai Lama, al menos eso leí, pero la frase es buenísima, dice más o menos así: “las relaciones humanas son la fuente tanto del sufrimiento como del bienestar”.

En Diálogo en la Oscuridad Monterrey hasta ahora hemos empleado toda nuestra energía en trabajar para cultivar relaciones humanas más sensibles. Tanto nuestras cenas en total oscuridad como nuestros talleres en la oscuridad, van siempre orientados hacia cómo los seres humanos podemos trascender nuestros límites y cómo podemos relacionarnos mejor y con más amabilidad con aquellos que nos rodean.

Podríamos impartir cursos enfocados a dar a conocer la tecnología accesible para la gente ciega, decirle a las empresas cómo pueden contar con un empleado ciego y eficiente a través de la tecnología, o enseñarle a las familias de las personas ciegas cómo su vida puede ser más funcional.  Todo ello es loable, pero yo aún creo que hay un gran hueco en la raíz de cómo nos relacionamos la gente ciega y la gente no ciega.

Mi opinión personal es que la accesibilidad primera, genuina y natural es la inclusión, la amabilidad y la empatía. Yo creo que la tecnología, en términos de accesibilidad, nos lleva mucha ventaja a nosotros, seres humanos, en la forma en que nos relacionamos.

No sirve de mucho si puedo utilizar una computadora como cualquier otro pero las empresas me cierran las puertas a un trabajo digno. No sirve de mucho si tengo acceso a what’s app y a miles de amigos por Facebook si no cuento con la amistad sincera de gente sin discapacidad. Para qué tener un mapa y un GPS accesible de la ciudad si en la calle nadie me ayuda a cruzar o a tomar un camión. De qué vale tener libros digitales si en las escuelas rechazan a los niños ciegos.

Podrá enterrarse en un pozo, en el desierto más recóndito e intentar vivir virtualmente a través de sus perfiles de Facebook o la red social que guste, no importa, un día tendrá que salir de su pozo y necesitará de los demás. Después de todo, las redes sociales son básicamente un instrumento portátil para mitigar nuestra soledad. Por ello yo sostengo, que a la par de desarrollar la bendita tecnología accesible, debemos complementar nuestra sociedad aprendiendo a relacionarnos con calidad, aprendiendo a ser tan útiles como seres humanos, tal y como son útiles nuestras apps más poderosas.

Lo invito a que un día suelte un rato su teléfono y practique relacionarse con alguien, con o sin discapacidad, lo necesitamos. Ya hay suficientes ingenieros desarrollando tecnología, pero nos faltan humanos relacionándose.

Pepe Macías

pepe@dialogoenlaoscuridad.com.mx