30 marzo, 2021
¿Cómo eran los maestros que recuerdas positivamente? ¿Qué cualidades tenían?
Estoy participando de un entrenamiento en educación socioemocional para maestros. El programa subraya las bondades de contar con este tipo de habilidades cuando eres docente: regular tus emociones, aumentar tu capacidad empática, lidiar mejor con el estrés, ser más resiliente…
Esto me llevó a ligar el tema con la inclusión educativa de personas con discapacidad y a rememorar mi propia experiencia como alumno ciego.
Hoy existe una gran intención para lograr la inclusión educativa de personas con discapacidad. Sin embargo, desde mi punto de vista, el tema se sofisticó teóricamente pero no mejoró en la práctica.
Los maestros que yo recuerdo positivamente fueron los más incluyentes; no tenían una formación especializada en discapacidad. ¿Pero sabes qué sí tenían? Ganas de ayudar y el propósito de educar.
sabían regular su estrés, porque claro que no era fácil trabajar con un niño ciego; eran resilientes, pues se crecieron ante la dificultad; eran líderes humanos y compasivos, pues querían que todos los niños – con y sin discapacidad – pudiéramos estudiar; y eran maestros creativos, pues más allá de la burocracia educativa, siempre encontraron la forma de incluirme.
¿Qué hacían? Acciones muy simples : verbalizaban lo que escribían en el pizarrón, asignaban a un compañero para que me leyera las lecciones cuando era tiempo de lectura, me aplicaban ellos mismos los exámenes orales, y sobre todo, me escuchaban: oían mis ideas para incluirme y hacíamos acuerdos.
Claro que también experimenté lo contrario: maestros que no me dirigieron la palabra en todo el bimestre, algún profesor que me dijo directamente que a él nadie le pagaba más por enseñarle a un alumno ciego, o maestros que me dijeron que yo me las tenía que arreglar sin su apoyo y como pudiera.
Para mí la gran respuesta fue y siguen siendo las habilidades socioemocionales. Los maestros que saben lidiar con el estrés, que son creativos y resilientes, y que están en sintonía con su propósito de vida, están sobre cualquier discapacidad y sobre cualquier dificultad.
Hay una frase del sacerdote católico Pablo d’Ors que creo que le viene perfecto al tema de la inclusión educativa:
“Puedo asegurar que la verdadera dicha es algo muy simple y que está al alcance de todos, de cualquiera, solo hay que pararse, callar, escuchar y mirar, aunque para pararse, callar, escuchar y mirar – y eso es la meditación – se nos haga hoy tan difícil y a hayamos tenido que inventar un método para algo tan elemental”.
No compliquemos lo elemental ni inventemos métodos innecesarios. La inclusión ya habita en el corazón. Solo hay que recordar cómo practicarla.
Pepe Macías
pepe@dialogoenlaoscuridad.com.mx