Lo que exhibimos en la oscuridad

8 febrero, 2018

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“¿En la oscuridad? ¡Pero si en la oscuridad no se ve nada!” Es lo que exclaman algunos visitantes que se detienen a preguntar frente a nuestra exhibición en la primera planta del Planetario Alfa y que no tienen idea de lo que ocurre en esa oscuridad profunda.

Estas personas no están faltos de razón al preguntar “para qué entrar a una exhibición en la oscuridad”, si en la oscuridad no se ve nada, y en una sociedad visual la oscuridad encierra solo situaciones indeseables y misteriosas.

NO es tan fácil entender por qué le llamamos “exhibición” al evento experiencial como el que hacemos en el Planetario Alfa.

Una exhibición, como lo dice la palabra, exhibe algo, objetos, por lo general, destinados a ser observados, admirados, o quizá degustados o hasta olfateados.

Recuerdo hace un par de años, en Facebook tuvimos un episodio muy divertido con una “hater” bastante persistente que nos acusaba de explotar el tema de la ceguera a través de nuestras experiencias. Una de sus frases legendarias fue: “ahora falta que quieran hacer ciegolandia”.

Tampoco se trata de exhibir ciegos dentro de su hábitat natural como si fuera un safari de la discapacidad visual.

AL menos yo no puedo recrear ciegolandia como dijo nuestra amada “hater” porque sostengo que la discapacidad, en ninguna de sus formas, se puede simular. Tampoco puedo invitarlo de safari con los ciegos porque nuestro hábitat natural no es la oscuridad. Y me pongo de ejemplo. Mis ojos no funcionan, no captan luz, y para que haya oscuridad, ¿adivine qué? Tiene que existir el contraste de la luz. Así que técnicamente hablando ni el más ciego de los ciegos como yo vive en la oscuridad.

Bueno, pero ya fue mucho argüende. ¿Qué exhibimos entonces en la oscuridad? Les pedimos a nuestros guías que exhiban la inagotable fuerza, esperanza y poder que residen en el ser humano.

EL ser humano que pierde la vista y encuentra otras formas para vivir con plenitud. EL ser humano cuya ceguera es a veces el menor de sus infortunios y que aún así sigue en pie. El ser humano que despierta y se da cuenta de que la vista no tiene el monopolio de la vida y que hay muchas maneras de gozar el mundo. El ser humano que no se deja cegar por la oscuridad momentánea y emplea recursos insospechados. EL ser humano que se da permiso de soltar los prejuicios e interactúa libremente y con confianza. El ser humano que se da cuenta que la calidad de su interacción lo es todo. EL ser humano que descubre lo reconfortante que es sostener la mano de otra persona en una situación difícil. El ser humano que se da cuenta que los límites los pone nuestra mente y el día de nuestra muerte.

Claro que hay seres humanos, guías y visitantes, que a veces sacamos lo peorcito de nosotros en la oscuridad, como algunas discusiones familiares muy bochornosas – cuasi peleas de vecindad – que hemos tenido que testificar en la oscuridad, o como algunos padres sobreprotectores que les arruinan la experiencia a sus pequeños acompañantes con sus mimos innecesarios y complacientes.

Pero así es la adversidad, o la podemos llamar oscuridad, a veces saca lo peor de nosotros, pero intentamos siempre, en esta exhibición, mostrarle el repertorio de maravillas que es el ser humano.

SI quiere saber lo que se siente ser ciego (que no lo creo), déjese de payasadas y arrójese ácido en los ojos. No hay otra forma. Si quiere contemplar las cimas que todos podemos alcanzar, lo esperamos en la exhibición, y por favor, exhiba lo mejor de usted, aprovechemos que hoy por hoy, nuestros museos se convierten, además de en exhibidores de objetos, en centros de encuentro y en promotores de la empatía y la diversidad social.

P.D. saludos hater, donde sea que estés.

Pepe Macías

Lo que exhibimos en la oscuridad