La “sensibilización” me para los pelos

10 octubre, 2015

El sábado 03 de Octubre estrenamos mes con una Cena en Total Oscuridad en la que consideramos nuestra casa en San Pedro, el hotel NH Collection Monterrey. La cena era quizá la más retadora que habíamos encarado como equipo: 70 personas, diversos descorches de bebidas en la oscuridad, ¡y ninguno de los invitados sabía que venían a la fiesta para cenar en la oscuridad! Quizá para usted, lector, esta hubiera podido ser la peor noticia, pero no para mí.

Para mí lo más complicado era que la cena era para “sensibilizar”, lo que sea que eso signifique, y entrecomillo la palabra porque igualmente entrecomillo los efectos que tienen los esfuerzos de sensibilización que respecto a la discapacidad se hacen.

La cena era para el Doctor Patricio Rodríguez, oftalmólogo, quien estaba festejando su cumpleaños y quien había vivido ya una experiencia similar en otra ciudad, por lo que, decidió regalarles la experiencia a sus invitados.

Cuando oí “una cena para sensibilizar” patiné. Mi pensamiento general cuando oigo el término “para sensibilizar” mi cerebro cliente pregunta y se dice: ¿para qué? ¿sensibilizar hacia qué? ¡No por montarme en una silla de ruedas entiendo qué significa no caminar! ¡No sólo por vendarme los ojos comprendo al que no ve! ¿Para qué quiero sensibilizarme hacia los ciegos si lo más probable es que no tenga que convivir con alguno ni que yo mismo quede ciego?

Desde mi punto de vista, los ejercicios de simulación de discapacidad y que se utilizan para “sensibilizar” funcionan mejor para dos cosas:

• Para agradecer por lo que el supremo me dio mientras que por dentro me duelo por ti: “¡gracias a Dios por mi vista!”
• Y para crearme una falsa imagen de todo poderosos: “¡Son increíbles! ¡Ustedes no tienen límites! ¡Pueden hacer todo!” FALSO FALSO FALSO. ¿A que si llego por usted manejando un taxi no se sube conmigo nomás porque no veo?

Pero antes de caer en pánico por la “sensibilización”, utilicé una de mis habilidades de coaching, le pregunté a mi cliente: ¿qué mensaje le gustaría que se transmitiera en la cena?

La respuesta fue: “el que ustedes nos quieran dar”

¡Yeah! ¡Ya estaba del otro lado con la bendita “sensibilización”!

Y es que agradecer por la vista está muy bien, y quizá sea mejor pensar que los ciegos pueden hacer todo (hasta ser taxistas) a pensar que son unos inútiles que estarían mejor en sus casas, pero el mensaje que queremos transmitir es más profundo, más maduro, y sobre todo, es para usted, invitado o participante en nuestros eventos, no es para mí, persona con discapacidad visual, es sólo para usted, porque usted pagó, usted se atrevió a entrar por ese túnel donde la luz se va terminando.

Para mi entera satisfacción, durante el cierre del evento, el cual fue muy apresurado debido a circunstancias ajenas a nosotros, le pedí a un invitado que nos regalara su vivencia, temiendo por dentro que pasara a agradecerle a Dios porque él o ella sí veían, o que comenzara a hablar de los súper poderes de los ciegos. Pero manuel compartió una experiencia interesantísima: en primer lugar habló de aprendizaje, y esa palabra ya nos pone del otro lado, es la frontera entre una experiencia superficial y una experiencia profunda.

Manuel habló de su capacidad para sentirse cada vez más cómodo en la oscuridad, de su adaptación y de su habilidad para visualizar a la gente en ese entorno. Y finalmente habló del aprender a salir adelante ante las jugadas que a veces nos hace la vida. Y otra vez la palabra mágica, aprender.

Gracias por compartir esto Manuel, gracias por irte más profundo en la experiencia, y sobre todo, gracias por no hablar de mí ni de mis compañeros con discapacidad visual, sino por hablar de ti, pues esta experiencia en la oscuridad es para que tú te lleves algo, para que tú aprendas y desarrolles una habilidad que antes quizá no utilizabas con tanta frecuencia, y no para que te “sensibilices” hacia mí o hacia mis compañeros.

Pásele a ver lo que Manuel compartió aquí
Y ojalá no me malinterprete, pero el trabajo real, el entendimiento y el desarrollo como individuos y luego como sociedad empieza por uno mismo. El día en que yo entienda la fuerza y el poder transformador que tengo como ser humano, ese día sabré apreciar y reconocer con toda autenticidad la misma capacidad en el resto de la gente.

¿Para qué pagaría usted por venir a ver qué se siente ser ciego? Lo más probable es que usted ni quede ciego, ni tenga que convivir con gente ciega. Yo no pagaría por que me simulen una discapacidad. Por eso lo invitamos a una experiencia donde lo empujamos a irse un poco más allá, a descubrir, aprender y ojalá desarrollar una habilidad que lo haga más poderoso en el día a día, nuestras famosas habilidades invisibles, y que no sólo lo empoderen cuando se encuentre con gente con discapacidad.

Abrazos sensibilizadores,

Coach-Pepe Macías