3 septiembre, 2015
¿Les ha ocurrido que al siguiente día o a unas horas después de una conversación, reunión, curso, clase, etc, se les ocurre algo que hubiera estado genial decir durante ese momento?
Me está pasando ahora, y por eso decido decirlo aquí y compartirlo con ustedes.
El 02 de Septiembre tuvimos un evento muy especial, una cena en total oscuridad en el Club Industrial AC de Monterrey, para una organización muy importante. Fue una experiencia que seguro que dejó algunos aprendizajes; ¿cómo sé y cómo mido esto? Es simple, en primera instancia, si el evento me tiene reflexionando hasta el día siguiente, sé que fue un evento que me movió.
La primera pregunta, recién volvimos a la luz, fue una pregunta muy clásica pero muy reveladora: ¿qué pasaba contigo cuando recién entraste a la oscuridad?
Uno de los asistentes compartió su vivencia, y luego agregó algunas preguntas que se le habían venido a la mente: ¿cómo una persona ciega de nacimiento puede conocer una montaña o un pájaro? Es una pregunta muy válida y que surge cuando alguien pasa por una experiencia como la oscuridad.
Yo decidí darle la palabra a uno de nuestros facilitadores que es ciego de nacimiento. Joaquín compartió su experiencia, y habló, en resumen, de que la vista no es el único sentido con el que podemos conocer el mundo. Yo estoy de acuerdo, los sentidos son sólo mecanismos biológicos para interpretar el mundo, pero no son los únicos cinco mecanismos que tenemos, e incluso la vista, por ejemplo, no es un mecanismo idéntico entre especies, es decir, lo que tú vez rojo, un animal puede verlo verde, incluso otro animal puede verlo con un color que ni siquiera está dentro de la gama de colores que tú has visto antes. Por lo tanto, algo no es ni verde ni rojo ni de un color desconocido; es para ti sólo lo que ves, lo que tu capacidad biológica te permite percibir.
Pero regreso a Joaquín. Él mencionó un punto que la mayoría de nosotros en ese momento tomamos como hilarante; él habló de que ha ido a la montaña, y también habló de que su condición física no es buena, así que sólo ha llegado hasta cierta área específica de Chipinque. Esto es interesante. ¿Dónde está entonces la discapacidad real de Joaquín para conocer qué es una montaña? ¿Está en su falta de vista? ¿O en su falta de condición física para recorrer la montaña?
Y hoy yo reflexionaba: ¿qué hubiera contestado Eric a la pregunta que contestó Joaquín? Ciertamente algo muy diferente. Eric tiene toda la condición física para conocer una montaña de pe a pa, incluso el monte Everest. Estoy seguro que para él, el Everest o algunas otras montañas, son más que sólo montañas.
Creo que entonces ayer todos nos quedamos en la superficie de la reflexión. Me atrevo a decir que la discapacidad de Joaquín, ciego de nacimiento, para conocer una montaña, radica más en su falta de condición física que en su falta de vista.
Y profundizo más. Como ya dije, los sentidos son sólo mecanismos biológicos para interpretar el mundo; conocer algo, para mí, va más allá de los sentidos. Conocer algo tiene que ver con el tipo de relación que tenemos con ese algo. Yo le preguntaría a Joaquín: ¿cuál es tu relación con la montaña? Y le preguntaría lo mismo a Eric: ¿cuál es tu relación con la montaña?
De esas dos preguntas estoy seguro que se desprenderían respuestas muy distintas, por lo que hoy, a un día de esta conversación que tuvimos en la cena en total oscuridad del 02 de Septiembre, reflexiono que a veces la real discapacidad no está en la carencia más obvia y visible, sino en otro lugar, por ejemplo, en la falta de condición para subir una montaña, o en la falta de habilidades para ejecutar un trabajo. Y que la forma de conocer el mundo está más allá de los sentidos; está en la forma en que nos relacionamos con éste.
Reflexioné un poco tarde, pues ya no me es posible compartirlo con el grupo de este evento, pero hoy puedo compartirlo con ustedes.
Reciban un abrazo,