La curiosidad: una puerta a la inclusión

13 mayo, 2021

La inclusión es una habitación donde nos encontramos para conversar y crear un vivir equitativo.

 

Dicha habitación tiene dos puertas principales, una por donde entran los que quieren incluir, otra por donde ingresan los que quieren ser incluidos.

 

La curiosidad

 

En cada live, en cada entrevista y en cada conferencia aparece la misma pregunta; compleja como operación aritmética y inextricable como postulado filosófico: ¿cómo le hacemos para ser más incluyentes?

 

Cada conversación es una oportunidad de oro para sembrar una semilla más de inclusión, por lo que me gana la ansiedad de dar la receta infalible para lograrlo.

 

Todo es inútil. No existe la respuesta, mucho menos en su versión breve y universal.

 

Pero hace unos días, conversando con una mujer ciega de Alemania, dimos con un punto que nos pareció  trasendental para desarrollar inclusión, y lo mejor de todo, ¡es que se trata de una sola palabra!: curiosidad.

 

Sequía de curiosidad

 

Sin curiosidad no hay inclusión. El que no es curioso sobre alguien está invadido por la indiferencia, y la inclusión no florece en este terreno.

 

Y tengo que confesarles que estoy preocupado. Mi hijo está en primero de kainder, y uno de los temas que presentó su maestra fue la curiosidad; nos comentó, a los padres de familia, que ellas han notado una disminución de la curiosidad en los niños durante los últimos años.

 

Me lleva el carajo. ¿Se imaginan un mundo sin preguntas, solo con respuestas? Hoy ya estamos viviendo una versión beta de ese mundo sabelotodo: una sociedad polarizada, en choque constante, a la defensiva, descalificando, cancelando, sensurando… Y lo que viene.

 

Los obstáculos de la curiosidad

 

El obstáculo más común para la curiosidad es la vergüenza. Sin embargo hoy en día veo otra barrera aún más grande: el respeto, mejor dicho, un desinterés que disfrazamos de respeto y donde nos justificamos en que no somos curiosos para no ofender o lastimar, para no transfredir un espacio personal.

 

Este desinterés disfrasado de respeto es uno de los grandes síntomas de que nos estamos convirtiendo en una sociedad individualista y autocentrada.

 

Preferimos quedarnos en nuestra burbuja y no experimentar las complejidades de los demás. Eso es desinterés puro. Pero preferimos llamarlo respeto, y nos sentimos mejor cuando nos decimos que nosotros no nos metemos con nadie, y que respetamos la vida de cada uno.

 

Cuidar la intención

 

Es fácil evitar ofender, lastimar o transgredir la privacidad de alguien cuando somos curiosos; es cuestión de recordar ser amables. La intención lo es todo.

 

El adjetivo que más me repatea las pelotas cuando alguien se quiere referir a mi discapacidad es la palabra “cieguito”. Pero incluso el “cieguito” dicho con la intención correcta, con amabilidad o curiosidad genuina, se convierte en la puerta de entrada a una conversación.

 

Si pretendes ser incluyente, curiosea con la intención de aprender y entender. Pregunta y sé amable. No hay otra puerta para entrarle a la inclusión.

 

Pepe Macías

pepe@dialogoenlaoscuridad.com.mx