Oscuridad a la Mexicana 09 15 – Experiencias de facilitadores I: abracemos la vulnerabilidad

26 septiembre, 2015

Asistentes oscuridad a la mexicanaDurante Oscuridad a la Mexicana tuve un grupo muy especial, algo que no siempre se ve. Pero antes de contarles hago un breve preámbulo.

Desde hace varios años, cuando guiaba en el Parque Fundidora, solía decirles a mis visitantes que la oscuridad era como una catástrofe, un terremoto o una inundación, un suceso donde la gente se une de una manera muy poderosa y muy humana. Estemos en la oscuridad o en una catástrofe, aprendemos a relacionarnos desde nuestras vulnerabilidades, y no desde nuestras apariencias ni desde nuestras expectativas.

Yo he aprendido que la vulnerabilidad, generalmente tipificada como negativa, es, en una dosis prudente, la puerta de entrada a la autenticidad de un ser humano.

En mi mesa, desde los primeros momentos, se construyó una química de mucha contención, un espacio humano y emocional donde unos contenían a los otros, de forma muy amable, durante el suceso de la oscuridad.

En un momento llegó el punto donde alguien propuso abrazarse al encender la luz, y los demás la secundaron proponiendo un abrazo grupal debido a la poderosa conexión humana que consiguieron construir. Y más tarde me comentó Andrés Bombay, que al encender la luz, estas personas comenzaron a abrazarse en la pista donde habían estado bailando en la oscuridad.

Me encantó la propuesta, y más me encantó que se llevara a cabo. Una vez más la oscuridad me demostró el poder que tiene para unir a la gente. Si bien por instantes pensamos que la falta de vista nos une en una carencia, después nos damos cuenta que el relacionarnos desde nuestras vulnerabilidades nos hace brillar en la oscuridad como humanos y construir un poderoso lazo de intimidad y sincero acompañamiento.

Y por cierto, yo también me llevé mi abrazo de corazón a corazón con alguien de mi mesa, gracias por ello y gracias a mi mesa por esta bella lección.

Pepe Macías

Oscuridad a la Mexicana 09 15 – Experiencias de facilitadores I: abracemos la vulnerabilidad