27 mayo, 2015
¿Cuántas veces, en el contexto de las empresas, hemos escuchado la frase “quiero motivar a mi gente para lograr mejores resultados?
Quizá tú mismo/a te has descubierto pensando: “necesito motivación para continuar en mi trabajo o para ser mejor”. La motivación es pues un tema muy recurrente en las empresas, y es un tema que pertenece definitivamente al dominio emocional.
Hace un tiempo, en Diálogo en la Oscuridad® Monterrey decidimos modificar el nombre de nuestras conferencias motivacionales por conferencias inspiracionales. Y explico la razón.
Los teóricos y los practicantes del desarrollo organizacional y la psicología laboral nos han ofrecido muchas y muy variadas definiciones de la motivación. Sin embargo, en muchas ocasiones la motivación se asocia con un factor extrínseco (un factor localizado fuera de nosotros).
Algunas formas para motivar a la gente en las empresas y que todos hemos visto son a través del dinero, bonos, premios e incentivos, reuniones, fiestas, premiaciones; hay líderes que motivan con su poder de empuje y su pasión al trabajar. Existe también la motivación a través de la amenaza o el castigo, asensos, capacitación, asignación de responsabilidades y a través de la participación y el empoderamiento.
Muchas de estas formas de motivación no terminan por ser precisamente motivadoras; son, en muchas ocasiones, medidas que tienen un efecto emocional positivo a corto plazo. Este tipo de motivadores son como el cuento del burro y la zanahoria, donde un burro jala una carreta para alcanzar la zanahoria deseada. Y estos modelos de motivación no andan tan herrados, los seres humanos somos seres que generalmente nos motiva ir por más, tener la vara más alta cada día, alcanzar la zanahoria, o alcanzar zanahorias más grandes y más jugosas…
No obstante, creo firmemente que la inspiración es más efectiva que la motivación, que tiene efectos a largo plazo, y sobre todo, efectos auténticos. Pero la inspiración no es para todos; es para los creativos, los emprendedores, los rebeldes, los auténticos…
El ingrediente principal de la motivación es el convencimiento; alguien nos convence de hacer algo, alguien nos dice que si trabajamos mejor nos darán un bono, que si alcanzamos objetivos nos ascenderán, alguien nos dice que si seguimos tal o cual camino llegaremos a la felicidad.
El ingrediente principal de la inspiración es la autenticidad; alcanzamos objetivos porque eso nos da significado de vida, trabajamos con eficacia porque eso nos hace crecer, o emprendemos un camino porque es el que queremos emprender, no el que nos dijeron que recorriéramos, y ese camino lo andaremos porque nos gusta todo el camino, no sólo porque al final esperamos encontrar la felicidad.
Este concepto lo entendí un día que John Di Martini mencionó, que la motivación era convencer a alguien para que haga lo que yo quiero que haga, mientras que inspirar es convencer a alguien para que haga lo que ese alguien quiera hacer.
La inspiración es peligrosa para algunos, pues lleva a la independencia de ideas y acciones, mientras que la motivación generalmente nos amarra a llevar a cabo los deseos de otros. Definitivamente la inspiración no es para todos.
En nuestras conferencias inspiramos, porque definitivamente ninguno de nuestros asistentes quiere ser ciegos como nuestros conferencistas; por más que los motivemos a ser ciegos y hacer lo que hacemos nosotros, estoy seguro que ninguno aceptaría. EN cambio, nuestro ejemplo y nuestra experiencia inspiran, son el detonador para que nuestros asistentes sepan que hay algo más allá de lo que ven, y que pueden encontrar o crear sus propios medios para llegar ahí.
Y tú, ¿te motivas o te inspiras?
Coach Pepe Macías