17 septiembre, 2014
NOTA: Antes que cualquier otra cosa, quiero dedicar esta entrada a mi maestro Leonardo Wolk, y reconocer que lo que aquí exprese sobre el tema de responsabilidad viene de lo que aprendí de su pluma y de su ejemplo.
Y abro mi entrada citando textualmente a Wolk: “Los cambios en una organización no perdurarán si no tienen arraigo en las personas que la componen, en sus sistemas de creencias, en sus valores, en su modo de percibir el mundo, en el modo de relacionarse y en la forma que asumen responsabilidad”.
¡Qué declaración! ¿No crees? Hoy me detendré para hablar sobre la responsabilidad, una de las habilidades invisibles más importantes. En el contexto del desarrollo humano y organizacional, la responsabilidad es una de esas palabras cuya presencia es constante, pero cuyas aguas profundas difícilmente buceamos. Y es que, ¿qué exactamente es la responsabilidad?
Te propongo dividir “responsabilidad” en dos para tener una definición maravillosa y útil: “respons” y “abilidad”. Y lo que surge es genial: la habilidad de responder. La responsabilidad es la capacidad que una persona tiene para responder ante una circunstancia.
Pero hay, eso sí, de respuestas a respuestas. Y citando a Leonardo Wolk a quien mencioné antes, hablaré de dos tipos básicos de respuestas: las respuestas tranquilizadoras y las respuestas generativas. Y sobra decir que cada una de estas respuestas provoca acciones rotundamente diferentes en tu desempeño.
“Así es la cultura de esta compañía”, “no fue mi culpa, la culpa es de…”, “el injusto de mi jefe”, “el tiempo se pasó volando”, “eso fue lo que el proveedor me entregó”, “el sistema falló”… ¿Te suena familiar? Desafortunadamente el mundo de las organizaciones está lleno de este tipo de respuestas, a través de las cuales el que habla pone la responsabilidad fuera de él o ella. A través de estas respuestas el que habla se declara inocente y pone la responsabilidad en otro lugar, en un lugar externo, convirtiéndose así en irresponsable, pues la situación queda sin resolverse.
Estas respuestas se llaman tranquilizadoras ya que nos deslindan de responsabilidad y nos ponen en el rol de la víctima, ¿pero a qué precio? Al precio de aparecer impotentes, incompetentes y al precio de cerrarle la puerta a acciones efectivas.
El otro tipo de respuestas, las respuestas generativas, me hacen parte del problema y por ende parte de la solución. Al responder de forma generativa no soy culpable, pues yo no tengo la culpa de tener un jefe injusto, pero asumo el poder personal que está en mí y actúo conociendo de antemano ese rasgo de mi jefe, o quizá puedo preparar una conversación con él donde aborde este tema de forma asertiva.
Responder de forma generativa me mueve al papel de protagonista, y el costo que asumo es la responsabilidad; respondo pues de forma que abro posibilidades de acción. Si el sistema se cayó, informo de esto y propongo nuevos plazos de entrega; si así es la cultura de mi empresa, puedo comenzar a implementar cambios al nivel de mi equipo o solicitar más cursos para desarrollar mis habilidades e impactar de forma distinta en mi organización.
En resumen, no se trata de tener o no culpas, se trata de observar y elegir dónde nos situamos ante las situaciones que ocurren, se trata de responder desde la libertad esencial.
Dice Leonardo Wolk: “actuamos como somos, pero también somos como actuamos; la acción genera ser”
Un pequeño tip para comenzar a actuar como protagonista es, habla en primera persona: en vez de decir, “mi jefe es un injusto”, me digo, “¿qué está en mi mano para ser reconocido?”
Te invito a explorar el tema de la responsabilidad en nuestros talleres “el camino del líder”, “competencias para las relaciones humanas” y en la conferencia “de personaje a escritor”.
¿Y tú cómo decides responder hoy?
Coach Pepe Macías