El software y el hardware de la inclusión

22 marzo, 2019

 

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Hace unos días entrevisté a Cassandra Chiu. Cassandra es psicoterapeuta, dirige un centro de apoyo psicológico y es una activista social en pro de las personas con discapacidad en Singapur. Cassandra es ciega y la entrevisté debido al lanzamiento de su libro “A place for us” (Un lugar para nosotros).

La conversación con Cassandra fue interesante. Ella habla en particular del fenómeno de la inclusión de las personas con discapacidad en el contexto asiático y fue curioso observar dos similitudes entre el contexto asiático y el contexto mexicano: primero, que la inclusión está de moda y en boca de todos, aunque aún en una fase teórica. Segundo, que hay dos componentes claros en el fenómeno de la inclusión, y tomo sus conceptos por parecerme sumamente didácticos: el “hardware” y el “heartware”.

Cassandra me contaba que ella es privilegiada por vivir en Singapur, donde el “hardware” de la inclusión, o lo que llamaríamos accesibilidad universal, está avanzadísimo. Para ser más claros: las calles funcionan, el transporte es impecable, la infraestructura está preparada para recibir a todos, hay semáforos sonoros, guías táctiles, y una larga lista de etcéteras que hacen accesible y relativamente cómoda la vida de un ciego.

Por otro lado, Cassandra, quien es usuaria de perro guía, menciona que lo que falta en la sociedad singapurense es una actitud incluyente, o lo que ella llama el “heartware” y que yo me doy la licencia para traducir como actitud de corazón, y que yo llamaré simplemente software, porque soy menos cursi y porque al final, tiene que ver con las “soft skills”, o habilidades sociales, entre las cuales se cuenta la empatía y otras que le dan forma a una actitud incluyente.

YO no trabajo con el hardware de la inclusión, porque ni le sé y ni me interesa tanto, y si bien tiene un impacto, creo que no es tan profundo; por el contrario, sí trabajo, a través de Diálogo en la oscuridad, con el software y eso que tiene que ver con la mentalidad de la gente y la actitud que emana de ella. Es una labor más tardada y más ardua, pero creo yo, más transformadora.

Es habitual que la gente comente, con cierto desprecio por México, que en Estados Unidos o en Europa (o en Singapur) las ciudades sí están preparadas para la gente con discapacidad. Sí, en efecto; sin embargo, en algunos casos tienen preparado únicamente el hardware o el cascarón. Cassandra en su libro, nos cuenta cómo la gente rechaza a su perro guía, cómo los taxistas han sido groseros con ella, y cómo ha encontrado un sinfín de barreras, no físicas, sino conductuales, para su plena inclusión en ese país de primer mundo.

Traduzco literal una línea de su entrevista: “mi libro trata de la actitud de los asiáticos hacia la discapacidad; un recorrido por mi vida, desde mi niñez, mi maternidad y hasta el momento en que me construyo una profesión, ilustra cómo la actitud de los asiáticos desalienta y lastima a las personas con discapacidad”.

Ojo, la accesibilidad universal o lo que aquí llamo el hardware de la inclusión no es una tarea vana, deseo de corazón que alguien la haga porque la necesitamos mucho; sin embargo, creo firmemente que incluso un paraíso citadino accesible, sin la actitud incluyente, será solo un modelo ejemplar de accesibilidad y una jaula de oro funcional para la gente con discapacidad.

Concluyo con una preocupación. Hace unos años yo solía afirmar que si bien Estados Unidos tenía la infraestructura, la ventaja de México era que aquí la gente sí ayudaba. Hoy en día, sigo sosteniendo que la mayor parte de la gente en la calle sí nos ayuda a las personas con discapacidad, no obstante, cada vez más me encuentro con personajes enajenados, zombis aletargados y neuróticos acelerados con quienes es dificilísimo entablar una conversación básica, que ni siquiera contestan a una pregunta y con quienes, desde luego, ya no podemos contar. Ojalá no perdamos esa actitud de corazón que sí teníamos, y que Cassandra quisiera para su accesible Singapur, porque si perdemos eso, estaremos jodidos.

 

Pepe Macías

pepe@dialogoenlaoscuridad.com.mx

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