Hermanos de la caridad, a la ventanilla siguiente

4 febrero, 2016

Hace unos años hice un viaje de mochilazo con un par de amigos, uno de ellos ciego, igual que yo. Y mientras caminábamos hacia un mercado por las calles de Villahermosa, Tabasco, un hombre le quiso dar a mi amigo sin discapacidad visual una moneda de diez pesos para nosotros, sus discapacitados acompañantes. Claro que más tarde en el mercado, cuando me eché tres tacos de cochinita más de lo programado, pensé que esos diez pesos me hubieran caído de maravilla.

Otro día estaba yo parado afuera del hotel NH Collection en Guadalajara, muy bien vestido, disfrutando del coffee break de un curso de emociones que estaba tomando, cuando un hombre se me acerca y me dice “ten”, mientras siento unas monedas en mi mano. Al replicarle que yo no estoy pidiendo limosna, él me pregunta: “¿entonces qué estás haciendo aquí?” Pregunta que respondí con una sonrisa y un amable: “tomando un curso” (tragándome al final una palabrota que comienza con P).

Y un compañero de trabajo que iba caminando con su bastón hacia su casa, en época navideña, un coche se detuvo junto a él y su conductor le dio un billete de 500 pesos y arrancó sin decir nada. ¿A quién no se le ablanda el corazón y la cartera en navidad?

Y como estas, tengo muchas anécdotas semejantes, que siguen pasando en pleno siglo XXI.

¿Qué es esto?

Yo le llamaré caridad (no refiriéndome al concepto religioso de la caridad), o quizá sea mejor llamarle lástima. Es eso que aprendimos a sentir por seres que juzgamos en inferioridad de condiciones respecto a nosotros.

El ser humano tenemos muchos costales para meter a otros seres humanos: indígenas, blancos, negros, pobres, ricos, discapacitados, viejos, mujeres… y somos buenísimos para hacerlo.

Sin embargo el ser humano es tan complejo, que no podemos meterlo en costales, porque antes de todo ello, somos humanos. Pero en fin. A los discapacitados visuales, seamos ciegos o baja visión, nos tocó que nos echaran al costal de los discapacitados, al costal de los que tienen capacidades especiales, si bien pocos nos ayudan a saber cuáles son esas dichosas capacidades especiales que suenan hasta como súper poderes, y menos gente aún nos educa para poder ejercerlas.

Algunas personas me preguntan, que si van a un evento de Diálogo en la Oscuridad® Monterrey, sea cena, taller o conferencia, a qué causa están aportando, para quién va el donativo o si están apoyando a los ciegos.

NO se ofenda, pero la pregunta es el resultado de la educación hacia la lástima o la caridad. La pregunta es el resultado de haber sido educados pensando que hay gente efectivamente en inferioridad de condiciones. La pregunta es el resultado de creer que hacemos caridad al darle una moneda a una persona que juzgamos inferior. Al final llegamos al choteadísimo dicho de “no le des pescado, mejor enséñale a pescar”.

Y sin discutir si hay personas en inferioridad de condiciones, les cuento que este no es el caso. Somos gente preparada y profesional, con ganas igual que usted, de tener un trabajo, de destacar en él, de que éste sea significativo y de hacer algo bueno por la comunidad en que vivimos.

Diálogo en la Oscuridad® Monterrey es o pretende ser una empresa como cualquier otra. Así como usted le paga al cine sin preguntar a qué bolsa va su dinero, o así como usted va a un concierto sin remordimiento de que su lana se vaya a la bolsa de su artista favorito, así pretendemos ofrecer experiencias inolvidables y de alto impacto, experiencias de vida a cambio de un pago. Promovemos el retribuir el trabajo digno de la gente con discapacidad visual, si usted juzga que es de calidad y con el impacto suficiente para vivir nuestros eventos.

Ahora ya lo sabe. SI usted es hermano o hermana de la caridad, pásale a otra ventanilla. Si usted retribuye el trabajo bien hecho, sin importar si lo hace un ciego, pásele a la caja por favor.

Pepe Macías