El fenómeno de un solo pastel

2 octubre, 2017

Le cuento #PorSiAndabaConElPendiente. Tenía meses con este editorial guardado, solo con algunas notas bosquejadas. Originalmente se llamaba “ciegos VS ciegos”, sin embargo, como ya notó, le cambié el nombre. Primero, porque mi título anterior era reduccionista y de miras cortas – y aunque yo soy ciego, mi visión es amplia – y el asunto de hoy aplica para muchos grupos humanos y no sólo para los ciegos. Segundo y más importante, cuando leía el título se me venía a la mente “fuego contra fuego” de Ricky Martin.

Por lo general soy bastante reticente a la hora de incluir nueva gente con discapacidad visual en el equipo de Diálogo en la Oscuridad Monterrey. Sé que hay muchos que me critican por ello, y si bien me importa una reverenda chingada, creo que vale la pena explicar mi percepción.

Entre la gente con discapacidad visual, pero también en cualquier otro grupo humano marginalizado que se perciba como tal, veo la tendencia del “pastel único”. ¿Qué es esta mafufada?

Imagínese una habitación casi vacía. Lo único que ahí se ve es una pequeña mesa al centro con un suculento pastel sobre ella. Ahora, a esa imagen agréguele un pintoresco grupo de ciegos alrededor de la mesa, todos ahí con sus bastoncitos, algunos con lentes oscuros para – según ellos – pasar por normovisuales. Usted puede escuchar el gruñidero de tripas; no están únicamente hambrientos, están famélicos. Las narices se dilatan extasiadas por el aroma del pastel recién horneado y los neuroreceptores de estos ciegos están babeando. Y en medio de la mesa, un solo pastel; exquisito, delicioso, fragante… pero uno solo.

Un ciego se decide y sale del círculo hambriento; busca en la habitación desierta, y encuentra  un cuchillo. ¿Cómo? ¡Quién sabe! Pero se agencia  una rebanada de pastel y la engulle. El resto de la ciegada estalla en ira. Su ceguera ocular y su ceguera cognitiva los lleva a pensar que este “aprovechado” se comió todo el pastel y no dejó nada para ellos. Su mente retorcida se imagina que en el centro de la mesa sólo quedaron las migajas del pastel y quizá alguna que otra mancha de glaseado.

“¡Se cree mucho! ¡Como él sí estudió! ¡Como él sí tiene un trabajo! ¡Como su familia sí tiene dinero! ¡Como él sí tuvo las oportunidades que nadie me dio a mí!”

Y se van a lamentarse por los rincones. A maldecir, lloriquear, a escupirse veneno unos a los otros, a derramar su bilis que les quema las gargantas. Mientras tanto, el astuto que buscó el cuchillo disfruta su rebanada de pastel y espera a que los demás vengan a tomar su parte, pero ellos prefieren regodearse en su victimismo en vez de buscar su cuchillo, su plato; en vez de encontrar la mesa y cortar su porción de pastel, se quedan ocultos en la sombra, por los rincones, vomitando sus frustraciones y revolcándose en sus percepciones catastrofistas.

Algunos pocos se aproximarán a pedir el cuchillo para hacerse de una rebanada. Otros poquitos buscarán algún otro objeto para tomar una porción de pastel. Menos aún se pondrán a pensar cómo pueden preparar otro pastel y así tener más alimento para todos. Mientras que la gran mayoría ya se están devorando unos a otros en lúgubres rincones de la habitación.

Ojalá me haya seguido en la metáfora. Ahora le cuento brevemente cómo es mi equipo. Hace unos meses le relaté ya nuestra experiencia de presentar un taller en la oscuridad en el CERESO de Apodaca, visita de la cual resultaron muchos aprendizajes y reflexiones. Una de ellas tiene que ver con la filosofía del equipo de Diálogo en la Oscuridad Monterrey.

El actual equipo, integrado por gente maravillosa y talentosa, al margen de niveles educativos o personalidades, está conformado por personas que – casi todas – tienen dos magníficas cualidades: la primera, van superando el estado de víctimas y saben ver más allá de su ombligo y de sus propias desgracias. La segunda, entendieron que lo que son y lo que han logrado puede ser valioso para otros también y están dispuestos a compartirlo. En pocas palabras, son personas generosas con sus dones.

Aspiro a ir disminuyendo, poco a poco, este fenómeno de un solo pastel en otras personas. Lo necesitamos, no sólo como comunidad ciega, sino como regiomontanos y como mexicanos. Necesitamos construir un sentido de colectividad y una mentalidad constructiva y propositiva, de otra forma, seguiremos devorándonos por los rincones.

P.D. Diálogo en la Oscuridad Monterrey está contratando gente con discapacidad visual. 

Pepe Macías