¿Cómo empiezo a incluir a las personas con discapacidad?

20 noviembre, 2021

Es la pregunta más básica y legítima que puede hacer alguien que quiere incluir. Pero también es la pregunta más difícil de responder.

 

La respuesta radica en el encuentro.

 

De hecho, esta ha sido la propuesta de Diálogo en la Oscuridad desde hace 33 años, y la cual tomamos de la frase del filósofo Martin Buber: “la única forma de aprender está en el encuentro”.

 

Hoy hay evidencia científica de que el encuentro promueve la inclusión. En el caso de la comunidad LGBTQ+, minoría hacia la cual ha mejorado substancialmente su percepción al menos en EEUU, esto se debió a que la comunidad LGBTQ+ incrementó su contacto y su encuentro con gente que no pertenecía a su grupo.

 

La teoría de la psicología social que sustenta esto se llama la hipótesis del contacto, y fue propuesta desde los años cuarenta por el psicólogo Gordon Allport de la universidad de Harvard.

 

Esta teoría sostiene que al entrar en contacto con personas cuyas características percibimos como inusuales, sean personas de la comunidad LGBTQ+, que profesen una religión distinta, con un color de piel diferente, etc, nuestros prejuicios disminuyen  y somos capaces de desarrollar una serie de nuevas actitudes más constructivas hacia estas personas.

 

¿Qué sucede cuando nos permitimos conocer a alguien? En primer lugar lo o la sacamos de su grupo contenedor, es decir, si yo me refiero a los haitianos, los tengo categorizados en un grupo al cual le asumo características como: son de piel negra, no hablan mi idioma, son pobres, quizá delincuentes y sus rasgos son más bien africanos. Este proceso generaliza y le otorga las mismas características a todas las personas del grupo, a las cuales no percibimos ni siquiera como personas, sino más bien como personajes caricaturizados.

 

En segundo lugar, cuando conocemos a alguien y entramos en contacto con sus particularidades, la o lo humanizamos y les otorgamos individualidad al sacarlos de la caricatura que nos hicimos sobre su grupo.

 

En un estudio se demostró que al pedirle a gente blanca que viera las fotos de varias personas negras y las categorizara en rango de edades, las personas blancas mostraron una actividad significativa en la amígdala, lo cual quiere decir que percibían amenaza al ver las fotos de este grupo. Luego se les pidió tomar la foto solo de una persona negra, y tratar de adivinar detalles simples y particulares de esa persona: cuál sería su fruta favorita, lo que más disfruta en la vida, algo que le moleste mucho, su color favorito… EN este caso, al enfocarse en la persona como individuo, la actividad en la amígdala cesaba.

 

Hay 3 pasos básicos para prepararnos y fomentar estos encuentros que humanizan y le otorgan individualidad a la gente que percibimos diferente a nosotros:

 

  1. Dale un nombre para sacarlo del grupo. EL primer paso es acercarnos y saber su nombre. Nunca es lo mismo haber tratado con Roberto que con una persona en silla de ruedas.

 

  1. Imagínate alguna particularidad de su día a día. ¿Le gustará madrugar o levantarse tarde? ¿Ver televisión o escuchar música? ¿Cuál será su fruta favorita? ¿Qué le causará enojo y qué le causará alegría? Se ha demostrado que este ejercicio que puede ser meramente imaginativo tiene efectos benéficos incluso si lo hacemos a solas, sin interactuar, solo imaginando vívidamente la imagen de la personas en particular.

 

  1. Acércate y pregúntale. Por mucho, esta es la mejor opción. Si nutres tus imaginaciones con información verdadera no hay lugar a equivocaciones. Cuida que tu encuentro sea con una mente abierta, despierta tu curiosidad y haz preguntas respetuosas, y, muy importante, no intentes convencer a la otra persona de nada, acércate solo para conocerla mejor.

 

Claramente abogo por el encuentro con la gente con discapacidad, no obstante, estos pasos aplican para cualquier persona que percibimos como ajena a nosotros.

 

Pepe Macías

pepe@dialogoenlaoscuridad.com.mx