Un viaje resiliente IV: aferrado

28 diciembre, 2016

Está en nuestra naturaleza como seres humanos creer en algo; hablo de un ser supremo, llámese éste como se llame. En la era de las cavernas le temían al sol, la luna, el rayo, etc. En la época medieval, la magia, los dioses paganos  y los dragones. Surgió también el cristianismo y otras grandes religiones, sin olvidar la creencia en seres alienígenas que poblaron la tierra en un principio.

Esto viene a colación porque, creo yo que todos los humanos debemos creer en algo, tener algo que sea nuestra válvula de salida. Incluso objetos tan irreales como la camisa de la suerte, la pluma de dumbo, el perfume especial, etc.

El día de ayer tuve la oportunidad de platicar con don francisco, señor que a los sesenta y tantos años perdió la vista por glaucoma. No le hablé para  darle una fórmula mágica para salir de su incertidumbre, ni para decirle cómo lo estoy superando yo. Le hablé para escucharlo, es más importante escucharlo, que se sienta identificado conmigo y que no le esté diciendo como se deben hacer las cosas, porque por más que algo me haya funcionado a mí, no significa que le funcionará a otras personas.

Mi ayuda consistió en darle algunas ideas, más que todo, de cómo salir adelante económicamente. Me dijo que le gustaba la cocina y le dije que aprendiera a hacer taquitos a vapor, y que los vendiera para sacar un peso y que no se sienta inútil.

Por primera vez me hubiera encantado tener una varita mágica que hiciera que su calabaza se convirtiera en un carruaje por decirlo de alguna manera. Sentí impotencia al saber que solo puedo dar mi humilde punto de vista  e intentar entenderle. Me gustaría haber tenido esa pluma que le dieron a dumbo y que logró  que descubriera sus fortalezas. Pero desgraciadamente no existe. Creo que no hay  ciencia, religión, creencia en otras fuerzas, etc. Que te preparen para salir o sobreponerse a una situación así, o a cualquier situación que esté fuera de lo que normalmente podemos manejar, el único que nos puede ayudar a sobreponernos a estas vicisitudes , es uno mismo, aferrado a lo que consideremos como nuestra válvula de escape.

En su momento compartí que la parábola del lápiz me ayudó de sobre manera a comenzar a ver la problemática de mi ceguera desde otra perspectiva y, debido a esta parábola y a otros factores de ayuda, logré darle la vuelta a la página. Hoy me gustaría compartir esa parábola con mis propias palabras.

Ésta parábola  nos dice que somos un lápiz y que durante un tiempo indeterminado estamos dentro de la caja y no saldremos de ella hasta que se dé el tiempo preciso.

Una vez fuera de la caja, destacarán nuestras  cualidades. Tenemos un cuerpo robusto que nos ayudará a proteger nuestro centro o alma, el grafito, eso que nos hará escribir. Tenemos un borrador o goma, que nos     permitirá borrar y volver a escribir cuantas veces sean  necesarias.

Hay que tomar en cuenta que no salimos de la caja para rayar en bancos o en paredes o para escribir sandeces, estamos destinados a escribir en nuestro propio libro y en el libro de los demás a los que tocaremos en esta vida.

Ya que estamos afuera y nos dimos cuenta de quienes somos, será el momento de prepararnos para comenzar a escribir. Tendrán que sacarnos  punta para dejarnos listos; esto puede traernos episodios muy dolorosos, ya que nos están preparando para que nuestra escritura sea perfecta.

Se podrá dañar nuestro exterior pero lo que debemos conservar intacto es precisamente nuestro grafito. Éste no se debe quebrantar por más daño que suframos. Habrá ocasiones en que el daño sea tan grande que el lápiz se quebrará y, nosotros creeremos que ésta situación vino a dar al traste con los planes que pudiésemos tener, pero hay que considerar que varios pedazos podrán ser útiles a más personas que a una sola cuando nos  conservamos en una sola pieza.

Lo más importante es que todo este proceso deberá ser llevado por una mano, llámenle como le llamen a su creencia religiosa, deidad, válvula de escape… esa fuerza a la que por naturaleza nos aferramos deberá guiar las letras de ese lápiz  para ir escribiendo día a día nuestra vida.

Espero que estas palabras causen algo en sus vidas y se den cuenta que siempre podremos ser útiles aunque nos encontremos destrozados.
Hay que aferrarse a nuestra creencia, sea ésta, cual fuere. Pero aferrémonos a ella y salgamos adelante de su mano

Gabriel Rodríguez Razón

Gabriel@dialogoenlaoscuridad.com.mx